Escribí esta columna anterior (un poco larga, disculpas) durante la
primera mitad de septiembre (aquí en catalán) con
la mezcla de sorpresa y preocupación por la ausencia del factor “UExit” en la
centralidad del debate (había intentado también expresarla en el primer
artículo). Hasta entonces, a pesar que distintas voces (aquí un ejemplo, pero
hay muchísimos) ya habían alertado que
la independencia de Catalunya implicaba la salida de la Unión Europea (y
sus espacios derivados como es la UEM) y que se requeriría unanimidad de los
Estados Miembro para su “re-entrada”, la cuestión no había permeabilizado en el
debate, siendo tan relevante en un debate sobre soberanías. Filias y fobias al
margen, han tenido que aparecer voces muy cualificadas de las instituciones
europeas ( El vicepresidente
de la Comisión Europea, la portavoz de la
Comisión Europea , el portavoz del
Parlamento Europeo o el ex juriconsulto
del Consejo Europeo) para hacerlo aflorar. Y aún así, guste o no,
hay quién se resiste a asumir la realidad del derecho internacional y
comunitario (y cómo funcionan la política y las relaciones internacionales,
dicho sea de paso). Voces próximas
igualmente cualificadas han seguido insistiendo en la cuestión, como Muns o Granell, e
incluso opiniones en el mismo sentido pueden leerse tirando de hemeroteca de
los más altos responsables de CiU.
Cuesta entender el empeño de muchas personas en no asumir que el
independentismo también tiene problemas, así como los mecanismos mentales para
negarlos. Podemos discutir si la UExit es un problema o El problema, si los
costes son asumibles o no en función de lo que se esté dispuesto a sacrificar,
pero no puede minusvalorarse el hecho. Lo que sí es evidente es que la
argumentación que la independencia es para vivir mejor se desmorona. La
discusión pasa a ser cuánto peor van a ser las condiciones de vida de la
sociedad. La perspectiva de salir de la UE ciertamente da miedo, pero eso no le
quita un ápice de realidad (un apunte: para impulsar un proyecto alternativo,
el camino no es señalar simplemente los errores de otro, aunque tenerlos
presente parece relevante en este caso).
Resulta curioso después de tanto hablar de soberanías que
algunos no hubieran pensado en Europa. Que nadie se enfade, pero no se pueden
mezclar deseos y realidades. Honestamente, y desde el mayor respeto (ya que
tiendo a pensar que son los cuadros políticos y sociales dirigentes del proceso
quienes les habían silenciado la cuestión), vistas en conjunto, la amalgama de
reacciones del independentismo ilusionado se asemejan mucho al patrón de las 5 fases del duelo, a veces de forma desordenada: Negación, Ira,
Negociación, Depresión y finalmente Aceptación (espero que se llegue a la
aceptación, si no se hace muy difícil reflexionar e intervenir sobre la
realidad). Y ahora mismo, con mucha gente dentro de la fase de negación,
tristemente aparecen demasiadas similitudes con las fases/estrategias del negacionismo del cambio climático: Negación
que el problema exista, Negación de ser la causa (como hecho, no en ningún
sentido de "culpa"), Negación del consenso sobre el tema (recurriendo
a la difusión de informes –generalmente poco rigurosos- paralelos para parecer
que es un tema en disputa), y finalmente Negación que sea un problema (con dos
variantes: sosteniendo que acabaría siendo una suerte, delirante en el caso
catastrófico de la salida/expulsión
UEM/Euro o pensando que se podría renegociar la entrada desde una
posición de fuerza). Es posible que las analogías sean desafortunadas,
disculpas otra vez, pero no lo sé explicar mejor. Ciertamente todo es
negociable políticamente (tanto pre- como post-), pero hay que entender el
terreno de negociación, los cambios que se producen, las debilidades
adquiridas, los incentivos y asumir cuándo uno es la parte frágil. No hacerlo
resulta grotesco, ridículo e irresponsable. Si el caso es que determinadas
llamaradas forman parte del faroleo negociador hay que tener cuidado ya que
éstas tienen un impacto en la gente que las compra, de manera que aumenta el
riesgo de pasarse de frenada.